En el portal de Educared se publica una entrevista a Daniel Prieto Castillo, reconocido investigador ligado al tema Comunicación y Educación o, como él lo llama, "Comunicación en Educación".
Allí reflexiona sobre su perspectiva de la comunicación en educación y el rol de la comunicación en la "refundación" de la escuela.
De la entrevista me interesa rescatar algunos párrafos, en los cuales reflexiona sobre las tecnologías en la educación, el futuro de la educación formal y el rol del docente :
ER: ¿Las nuevas tecnologías calman las ansias de comunicación y aprendizaje
de nuestra sociedad?
DPC: Si uno le pide al buscador google la palabra
tutorial, en unos 20 segundos dispara alrededor de 164.000.000 de sitios. Ante
semejante cifra cabe trabajar por hipótesis: supongamos que la mitad de ella
está dedicada a informar sobre cuestiones teóricas, metodológicas, de lo que
significa la tutoría; nos quedan 82.000.000 de sitios que, en español o en
inglés, ofrecen cursos para estudio independiente, llamados “tutoriales”. Hace
poco más de diez años nada de eso existía. El sistema educativo formal ha
perdido en ese tiempo, y el proceso no hará más que profundizarse, el monopolio
de la educación, porque vivimos un estallido de oportunidad de aprendizaje a
través de la educación no formal que, insisto, continuará creciendo. Hay amigos,
como Francisco Gutiérrez, que le dan pocos años al sistema formal, lo cierto es
que todo marcha en aquella dirección. El mundo digital es todavía una inmensa
experiencia humana que no alcanzamos a dimensionar y mucho menos a manejar. (...).Lo cierto es que para quienes tienen acceso a la red, la
educación no formal y la informal han pasado a ser el centro de sus
aprendizajes.
ER: ¿Promueven las instituciones educativas el camino hacia una
sociedad de la información?
DPC: En nuestro país no. Respondo de ese modo aún
cuando no desconozco muchas propuestas orientadas hacia ese tipo de sociedad.
Pero con ellas (más computadoras, más redes, más oportunidades de conexión…) no
se avanza hacia una sociedad de ese tipo. Primero, porque en las universidades
del estado, para seguir con el ejemplo, entre el 85 y el 90 por ciento del
presupuesto se va en pago a los salarios, queda el resto para todo lo demás
(investigar, comunicar a la sociedad, desarrollar experiencias para impulsar ese
tipo de sociedad..). Segundo, porque no está muy claro qué hacer con las
tecnologías digitales. En los `90 se repitió el mismo fenómeno de los `60: la
compra de equipos transformaría como por magia la educación, y no sólo la
formal, sino también la no formal a través de los CTC (centros tecnológicos
comunitarios), todo lo cual resultó otra vez un muy buen negocio para los países
industrializados. Tercero porque la revolución de los aprendizajes necesarios
para apuntar a una sociedad de la información comienzan por los docentes, y en
eso nos quedamos a medio camino en la anterior reforma, cuando ya no hubo dinero
para continuar la capacitación.
ER: En un reportaje que le hizo Washington Uranga en Página 1, usted habla
de “refundar el sistema educativo”. ¿Cómo se logra en la práctica, en el día a
día?
DPC: El primer pilar es la gente. No se puede refundar el sistema
educativo en contra de los protagonistas del sistema educativo. Hay una enorme
cantidad de experiencias que hay que rescatar, que hay que destacar, que
reconocer. No se puede crear algo sobre la base de campo arrasado, diciendo que
la gente está totalmente equivocada. Ya sabemos que nadie está totalmente
equivocado. Este es un punto fundamental. Cuando digo la gente estoy hablando de
los docentes, que son actores permanentes del sistema…
El día a día significa, digo ahora, un reconocimiento de la dignidad de nuestro trabajo, que incluye salarios porque nadie se construye como educador o educadora a base de
limosnas, basada en un buen trato institucional y social. Hemos sido sometidos
durante demasiado tiempo a un maltrato continuo que termina por minar la
autoestima, el entusiasmo, las vocaciones. No se puede refundar nada sin seres
felices con su tarea. El día a día representa el espacio de la mayor
transformación a la que debería aspirarse para volver a colocar la educación en
el centro de la sociedad. Tamaña empresa no se logra con tecnologías, ni con
reformas desde la cúpula. Se logra en una relación entre seres humanos que
sienten, y lo aprecian en el día a día, que la sociedad toda, y de manera
especial su clase política, han decidido tomarse en serio todo lo dicho en torno
a la importancia de la educación. Pasa aquí a primer plano la comunicación en la
educación: volver a tejer la trama comunicacional, la trama humana de nuestro
sistema, no será tarea sencilla, pero la presencia de experiencias pedagógicas
riquísimas en creación, en convivencia y en interaprendizaje muestran que en el
mismo sistema está parte de la clave. No se puede refundar nada sin aprender de
uno mismo, y ese “uno mismo” se expresa en las muchas experiencias pedagógicas
decisivas (para la vida de los educadores y de los estudiantes) que existen en
nuestro país.
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